Escribo en un día de amor interrumpido, amigo
interrumpido, país interrumpido, un día en que vale leer estos poemas de este cuaderno
interrumpido.
Son voces del destierro, de la vida sin destino, de un camino que no sabe su
camino.
El tiempo ha dejado de ser aquél en que Alejandro Armengol escribía estos
versos, pero parece ayer, parece hoy que los ha escrito, reunidos en este libro
interrumpido.
Y es por eso que son. Es por eso que existen, porque han sobrevivido al tiempo en
que fueron escritos y me hablan al corazón hoy, esta noche, esta mañana, este día en
que estoy triste y desolada, hablan por mí.
Comienza por dedicarle a la rusa Ana Ajmatova, (a poet after my heart, poeta que
me seduce), el primer texto del libro, Y para qué, lo que deja ya una huella para poder
seguir el trillo de sus pasos: que éste es un libro de poemas escritos bajo la más dura
persecución del espíritu.
La Ajmatova dio la sensación de la muerte en cada poema suyo, aun en los que no
habla de ``la de la guadaña''. Armengol sí la menciona, se regodea en este poema de
cementerios y tumbas, que comienza con el verso cuando dos épocas son enterradas --que
para mí son las de la nación y la de la generación. Son generaciones y generaciones
perdidas de cubanos que nunca estarán en los libros oficiales de su país hasta que no
desaparezca el tirano.
Y está casi todo escrito en un ritmo de versos muy españoles, octosílabos, de
romancero. Los primeros parecen corridos mexicanos, porque relatan una historia, pero es
la historia interna, la del espíritu del poeta --que acaba de demostrar con su libro de
relatos La galería invisible que también es narrador de los buenos.
Hay mucho cinismo y desilusión armada con el coraje de la sapiencia, aunque parte
de ésta sea juvenil (algunos textos son de juventud, guardados en cajones y gavetas).
Hay mucho desengaño, parecido al del barroco español --no te preocupes de la
esperanza/ porque ella quedó entre las ruinas. Porque estos versos son de consejos al
partir, un poema escrito ya en el exilio, bien logrado, en ritmo y mensaje: el equívoco
es tu piel / tu naturaleza/ tu pequeña venganza desilusionada.
Y luego, una sorpresa le espera al visitante de estas páginas: encontrarse en el
centro del libro un romancero, que como los versos más sencillos de Martí encierran
extrañas gotas de sabiduría y una lección adicional, semblanzas en cuartetas de autores
favoritos, pinceladas en las que se remedan sus rostros, sus modos de escribir, su
naturaleza vital y literaria.
En sólo cuatro versos una adivinanza: ángel pez entre las aguas / cabalgando sin
cesar / dos voces danzan el dolor y el viento / y la luna sin ti en la madrugada.
¿Quién es?
Por supuesto, Federico García Lorca, con todos sus vocablos: pez, luna,
cabalgando, viento, agua, dolor.
Son joyitas.
Otro: se amontonaron lejos de su puerta ruinosa / con desprecio con asco con
veneración con miedo / dio cenizas y dudas en su mensaje / pese a todo fue un poeta del
porvenir. Este es sobre Heberto Padilla, recientemente fallecido, enterrado en un
cementerio de Miami, con poca pompa y mucha falta del reconocimiento que merecía por los
exiliados cubanos.
El poemario tiene cinco capítulos, en el de noches terceras, me fijo en uno que
se titula poetas jóvenes. Hay esta cosa de siempre querer estar en el directorio oficial
de la isla. Porque los cubanos no queremos estar en las listas del mundo, sino en las de
nuestra propia Cuba. Es una especie de obsesión sin culpa.
Aquí dice que nos llevamos la poesía de la isla, aunque nunca figuramos en las
antologías del momento.
No estamos allí, no somos nadie para los coterráneos. Este dolor de no haber
sido parte del desarrollo de nuestro pueblo, de nuestra nación que nos aqueja, el no ser
ciudadanos de ningún país, el ser apátridas, cuando la patria nos perfora, es lo que
expresa Armengol en cada palabra, cada poema, cada estrofa.
En cuarto interrumpto, cuarta parte del libro, el poema en prosa inutilidades da
esa visión de cultura rusa, tan aparentemente ajena a la vida tropical de la isla, y sin
embargo, tan inserta en la cultura cubana a partir de los 60. Es de un análisis
histórico que demuestra de nuevo el pesimismo del autor, una cualidad del desengaño de
la vida, de la tristeza de nuestra vida cubana.
Dejo al lector el quinto finale, en el que se destaca una configuración ya
distinta, un flujo de la conciencia, más narrativo, como un epílogo a todo lo que se ha
destilado. Y que me reafirma en mi amargura, mi dolor, el espejo de mi alma esta
madrugada.
`Cuaderno interrumpido', de Alejandro Armengol, se presenta este martes 16 a las 8
p.m., en el Centro de Estudios Cubanos Félix Varela de la Universidad de St. Thomas, en
la Calle Ocho y la Avenida 22, en el recién abierto Latin American Art Museum.